Sin perdón

EMILIO R. PÉREZ

LUGO

24 abr 2024 . Actualizado a las 21:29 h.

 Voy a sincerarme. Esto es, más que a sincerarme, voy a confesar mis desmanes por escrito y, aprovechando la columna, hacer acto de contrición con carácter retroactivo. Confieso que he pecado. Y qué norma has infringido, hijo mío -se dirá usted-, yo que te tenía por honrado y probo ciudadano con principios. Tráfico, lector amigo, he aparcado en sitio reservado a bus urbano y me han pescado. ¿Es venial, 100 euros, mi pecado, 50 pronto pago? Juzgue tras leer este resumen detallado de mi comportamiento incívico.

Circulo rumbo al centro y de paso cojo el pan. Aparcamientos libres junto a la panadería, cero, por supuesto, salvo el sitio reservado al susodicho bus urbano. Y claro, la carne es débil y depones, si hay urgencia, hasta en los pantalones. Con perdón. Así que aparco allí y, como buen conocedor del Código, activo luces de emergencia. Craso error: El que avisa no es traidor. Tal cual, pasa un coche zeta y, sin apearse tan siquiera, un James Bond de la local, careto cartón piedra, larga foto y alza el vuelo. Teletrabajo, llamo a eso. Imagine a este pazguato viéndolo en directo. Fin del acto.

Barrunto yo que algún lector susurrará mientras me lee: ¿Y aún lo cuentas, mamarracho? Pareces parvo. Pues sí, quizá tenga razón, tal vez me pase de pedante santurrón; pero bueno, un ejercicio de humildad no viene mal de vez en cuando. De reconocer nuestros errores, quizá que el tráfico rodado transcurriera más amable y se apaciguaran nuestros nervios estresados. Precisamente no he ido a Google por los nervios…, usted qué cree, ¿100 euros? Sea lo que fuere, en mi ventana aquí en el alto aguardo ansioso la llegada del cartero.