¿Qué es la máquina de fango?

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

07 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Umberto Eco era un genio. La política española no está sobrada de genios. Fue el creador de El nombre de la rosa el que en el 2016 publicaba Número cero. Así lo tituló, no La máquina del fango, como se puede escuchar por ahí entre los que tocan de oído y odian leer despacio. Esa expresión se deriva del interior del libro de Eco para ahondar en la fabulosa industria a la que se dedicaron siempre algunos pseudomedios. No es un asunto de hoy. Lo que sucede con los bulos y embelecos es que su difusión se multiplica en nuestro tiempo por el efecto de las webs desenfrenadas y del eco incontrolable de las redes sociales, que hacen que nos salten todo tipo de artimañas, memes e insultos hasta en nuestros teléfonos móviles. El objetivo primero es desacreditar. El segundo y último es hundir y aniquilar al adversario.

No se crean que el ventilador de fango y difamación solo funciona en una dirección, como dicen desde el laboratorio de Moncloa, recreadores del término. Es ese mismo laboratorio el que recurrió a Eco para buscar amparo intelectual en su teoría del sufrimiento de acoso por parte de los socialistas, quienes, por ejemplo, soltaron y movieron el descalificativo de la fachosfera.

Con la polémica sobre Milei se ha visto muy bien que en Moncloa no descansan. Ha sido uno de los más dicharacheros, el ministro Puente, quien eligió como diana al presidente de Argentina, Milei. No lo hizo al azar. Al azar tampoco perpetró Sánchez sus cinco días de reflexión y descanso. Días que deberían quedar establecidos por el BOE para todos los españoles. Así tendríamos el mismo derecho que el presidente a darle al botón de pausa sin suponer ninguna represalia por parte de las empresas en las que trabajamos.

Volvamos a los insultos, que son siempre bidireccionales. Ni tirios ni troyanos son inocentes. Sánchez viene de fijar el parto español de la máquina del fango en una entrevista en El País. «La máquina del fango nace en el no reconocimiento de la legitimidad del Gobierno progresista», ha datado el parto. No sé si da a luz ahí o si viene de mucho antes. Lo que sí estoy en condiciones de afirmar es que ambos bandos, o bandas, la utilizaron y la utilizan sin desmayo.

Umberto Eco desveló que el libro en el que fijó esa máquina del fango que tanto juego está dando en España y ahora en Argentina, Número cero, está inspirado en un personaje real, Mino Peccorelli. Peccorelli utilizaba una agencia de presuntas noticias de su propiedad en los años 60 y 70 en Italia para poner en marcha su estrategia de acoso, derribo y rentabilidad. En palabras de Eco a El Mundo, en una entrevista cuando salió publicado el libro: «La circulación de la agencia era limitadísima, pero llegaba a las mesas de los ministros y diputados. En él se lanzaba sospechas y era tan peligroso que lo mataron en 1979, por este pequeño pseudoboletín que servía como instrumento de chantaje». Que el ministro Puente los haya dinamitado todos con su asociación libre de ideas entre Milei y las sustancias demuestra que los insultos no tienen siglas.