Sale absuelta en Ourense de maltratar a su hija al sospechar la jueza que la menor la denunció porque quería vivir con el padre

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Edificio de los juzgados de Ourense
Edificio de los juzgados de Ourense Santi M. Amil

La menor, que tenía 14 años, presentaba unas lesiones poco compatibles con el maltrato que describió ante los tribunales

02 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«No es posible descartar en el presente caso una ganancia secundaria por parte de la menor con la denuncia presentada». La frase se recoge en una sentencia en la que se acaba de absolver a una madre que fue denunciada por su propia hija. La adolescente aseguraba que su progenitora la había zarandeado durante una discusión, aludiendo incluso en el juicio a una situación de maltrato habitual, pero la togada encargada de juzgar este caso no ve pruebas de una conducta agresiva por parte de la adulta. Y no solo eso, también cree que la joven pudo haber acudido a los tribunales en un intento de conseguir lo que pretendía: no vivir más con su progenitora.

Los hechos se remontan al 19 de junio del año 2022, cuando la menor tenía 14 años. Los padres estaban separados y la denunciante acababa de llegar a casa de su progenitora para pasar unos días con ella, pero nunca llegó deshacer la maleta. La madre le dijo que iban a establecer «nuevas normas de horarios, higiene, alimentación y uso de dispositivos móviles» y la menor no lo encajó bien. Ambas discutieron y la madre decidió salir a dar un paseo para despejarse y lograr que se calmaran los ánimos, pero la menor tenía otros planes.

Aprovechando la situación la adolescente llamó al padre para pedirle que la fuera a buscar. Según su versión, cuando su madre regresó a casa y vio a su exmarido, se enfadó con ella por haberlo llamado y la agarró «fuertemente» por las muñecas. La progenitora fue acusada de un delito de maltrato por el que se pedían para ella ocho meses de cárcel, pero los hechos descritos por la joven nunca han quedado probados.

Y es que no ha podido acreditarse que las lesiones que presentaba la víctima fuesen el resultado de la agresión que describió. Tenía marcas de uñas en el antebrazo izquierdo, lo que no se corresponde con haber sido agarrada por las muñecas, como ella dijo. Los forenses acreditaron además otra «erosión lineal» en la extremidad derecha, una lesión que tampoco se ve compatible con los hechos descritos.

A mayores, están las dudas sobre el interés que podría tener la joven en denunciar a su madre. «La propia menor ha reconocido en su testimonio, de una forma vehemente y rotunda, que el día aquí enjuiciado cuando salió de casa de su padre para pasar la semana con su madre tenía muy claro que no quería estar más con ella», advierte la ponente, sin obviar que en cuanto formalizó la denuncia logró su objetivo, ya que desde entonces no volvió a vivir con la acusada.

Palizas nunca probadas

A la jueza también le parece extraño que la menor no le contara a su padre o a las psicólogas que la atendían las «brutales palizas» que según ella le daba su madre, a pesar de su capacidad para «verbalizar lo que siente en cada momento». En el juicio la menor relató que la acusada «le ponía la rodilla encima» o «le pegaba con la zapatilla hasta que se cansaba», afirmando incluso que «iba mallada al colegio», si bien ninguna de las personas que tenía contacto con ella a diario vio nunca evidencias de ello.