Ramón Campos: «A Rosario se le va la cabeza y mata a Asunta porque es el eslabón que la une a Alfonso»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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El productor Ramón Campos
El productor Ramón Campos Juan Naharro Gimenez

El productor ejecutivo de Bambú estrena este viernes en Netflix la serie «El caso Asunta», que explora cómo se llegó al asesinato de la niña de 12 años Asunta Basterra

26 abr 2024 . Actualizado a las 13:58 h.

Ramón Campos (Noia, 1975), productor ejecutivo de Bambú, estrena este viernes en Netflix la serie El caso Asunta, una recreación en seis episodios del crimen de una niña de 12 años a manos de unos padres que parecían ejemplares en la sociedad de Santiago de Compostela del año 2013. Candela Peña y Tristán Ulloa encarnan a Rosario Porto y Alfonso Basterra en una ficción que, para el productor, supone la segunda entrega de su «trilogía gallega» después de Fariña y antes de otra serie en la que ya trabaja.

—Después de producir la docuserie de «El caso Asunta (Operación Nenúfar)» ¿qué busca aportar ahora con la recreación del caso en formato de ficción?

—Cuando hicimos la serie documental había pasado muy poco tiempo desde el crimen y el juicio. Santiago era una ciudad completamente herida por el caso y mucha gente no quería hablar del tema. Además éramos uno de los primeros true crime que se hacían y la gente no tenía muy claro qué era. Cuando emitimos el documental en Antena 3, esa gente que no había querido hablar empezó a llamarme o a escribirme para contarme detalles que hasta entonces yo no conocía o no había comprendido bien. Por ejemplo, el momento en que los padres hacen fotografías del féretro de Asunta. Nunca había entendido por qué las habían hecho. Y de repente alguien que había estado allí me contó: «Es que no te puedes imaginar la cantidad de flores que había y Rosario se quedó tan impactada cuando llegó que dijo ‘‘necesito un recuerdo de esto''». Y más allá de que me parezca acertado o no hacer esa fotografía, puedo llegar a entenderlo. Con todos los elementos que me fueron contando nos dimos cuenta de que podíamos hacer un nuevo trabajo. Nos planteamos hacer una segunda parte del documental, pero esas personas que me contaban algunas cuestiones no querían ponerse delante de la cámara y yo no utilizo voz en off ni recreaciones. Entonces me di cuenta de que la forma de añadir un poquito de más de luz al caso era hacer una ficción, que me iba a permitir poner en imágenes algunas situaciones que se han dado por hecho durante mucho tiempo. Se decía que Rosario era una persona muy bajita y no podría bajar a la niña sola, que tenía que hacerlo con ayuda. Bueno, vamos a mostrar en imagen cómo una persona de su estatura y complexión sí podía hacerlo.

 

—¿Diría usted que la serie arroja luz sobre las dudas que rodean al caso?

—Creo que la serie esclarece algo que desgraciadamente es muy sencillo, que detrás del caso Asunta no hay un gran caso. Que se trata de una familia normal, que vive en Santiago y que, por una desgraciada concatenación de hechos, acaban cometiendo un horrible crimen. Si Rosario no hubiese sido infiel a Alfonso, si no se hubiesen divorciado, si no hubiesen tenido esa mala relación, a lo mejor Asunta estaría con nosotros todavía. Yo no voy a poner en tela de juicio la verdad judicial. Se juzgó, hubo expertos, hubo pruebas y se los condenó. Lo que buscamos nosotros, que la justicia no tiene por qué hacerlo, es intentar comprender cómo se llegó a ese crimen. Creo que esa es la luz que aporta esta ficción.

—Han hecho hincapié en que la serie, que llega a 190 países, tenga un marcado acento gallego, no solo en el aspecto lingüístico.

Eu sigo sendo un rapaz de Noia. Y cada vez que voy a Galicia quiero contar lo que es Galicia. Yo empecé ahí. Estos días Carlos Sedes [director de la serie], Gema R. Neira [coguionista] y yo celebramos veinte años trabajando juntos. Empezamos todos en Voz Audiovisual. Cada vez que vamos a Galicia tenemos en la cabeza la idea de ensalzar a nuestros técnicos, a nuestros actores, a nuestra tierra. Era muy importante para nosotros que cuando alguien de Santiago vea la serie vea que la hemos retratado de verdad.

Candela Peña ha confesado haber recibido malos comentarios por interpretar a Rosario Porto. ¿Teme la reacción de la gente?

—Candela generalizó una situación que, en realidad, se dio dos días. En un caso, fue una mujer que se puso a gritar y, otro día, realmente tenía que ver con el hecho de que el equipo de rodaje había cortado una calle. Somos cien personas, camiones, vehículos y hay gente que se cabrea y lo entiendo perfectamente. No creo que haya habido nada agresivo contra la serie. Hemos rodado en las localizaciones reales del caso excepto en dos que descartamos previamente por respeto a la niña, que eran el piso de Rosario y la casa de Teo, por no utilizar el sitio donde la habían asesinado. Por lo demás, hemos utilizado los sitios reales y se nos ha permitido, así que hemos tenido muchísima colaboración. Puede haber gente a la que no le guste que se haga una ficción sobre el caso Asunta u otros casos. Creo que la ficción y el true crime permiten reflexionar sobre el mundo en que vivimos. Para mí en esta serie es importante la reflexión que hay sobre la paternidad y la maternidad, no solo en los personajes de Rosario y Alfonso, sino en los personajes de los guardias civiles y del juez que rodean al caso. Y también hablar sobre los vasos comunicantes entre la justicia y los medios de comunicación. Cuando la justicia filtra cosas a los medios que salen antes de tiempo y fuera de contexto, se puede acabar influyendo en un jurado popular que debería ir a un juicio con tabula rasa. Si la serie permite reflexionar sobre las consecuencias que eso puede tener, estamos aportando nuestro granito de arena.

—La serie recrea hechos, frases e imágenes que todo el mundo guarda en la memoria. ¿En qué medida se combinan documentación y ficción?

—Todo lo que tiene que ver con la investigación está muy documentado. La Guardia Civil nos ha asesorado para que las secuencias estuvieran reflejadas tal cual se produjeron y nos contaron cómo había sido cada una de las situaciones. Lo único que hemos ficcionado es la vida privada de esos personajes secundarios, porque algunos son un compendio de varios y no son el centro de la investigación. Esto nos permitía profundizar más en el tema de la paternidad y la maternidad más allá de quedarnos en la primera capa. El juez, cuya vida hemos ficcionado, se convierte en padre de su padre. El guardia civil al interpreta Carlos Blanco es padre por segunda vez, ahora de su nieta, y María León quiere ser madre. Francesc Orella, que hace de abogado, quiere enseñarle a su hija la profesión para que herede su despacho. Nos permitía hacer un dibujo muy amplio sobre diferentes tipos de paternidad hoy en día.

—En este caso hay dos personas declaradas culpables. ¿Por qué se pone más el foco en la madre?

—Creo que tiene que ver con que la primera a la que pillan en un renuncio es a Rosario, una licenciada en Derecho, cónsul honoraria de Francia en España, de clase media alta, una persona VIP de Santiago. Y que en el recurso del Tribunal Supremo queda claro que Rosario estuvo en la casa el día que mataron a la niña. En el caso de Alfonso no está tan claro que estuviera allí, podría considerarse un colaborador necesario o cómplice, pero no hay pruebas tan contundentes contra él. El hecho de que contra Rosario sí las hubiera y que ella hubiera mentido de una forma tan flagrante diciendo que había dejado la niña en casa para después aparecer con ella en el coche en las cámaras de Galuresa, el hecho de que se la detenga en primer lugar, todo eso la pone a ella en el foco y hace que él vaya un poco a rebufo.

—La serie aborda también la salud mental, un tema que antes se ignoraba y hoy es máxima actualidad.

—Rosario era una persona con un grado muy grande de narcisismo no diagnosticado. Y eso hace que ella sienta toda esta desgracia como un problema suyo, no está pensando en la niña sino en sí misma todo el rato. Una de las claves de por qué para mí no es un plan preconcebido durante meses es que, en un momento dado, a Rosario se le va la cabeza, no sé si en connivencia con Alfonso o sin él, y acaba matando a la niña porque considera que es el eslabón que la une a él. No sé hasta qué punto en el juicio se llegó a analizar cómo estaba la cabeza de Rosario.

—Ha dicho Candela Peña que le había sorprendido ver que el montaje de algunas escenas era más dinámico de lo que ella esperaba. ¿Comparte su opinión?

—Hemos hecho una serie maravillosa. Es la segunda parte de mi trilogía gallega, como le llamo yo. Empecé con Fariña, ahora llega El caso Asunta y estamos trabajando en una tercera que cerrará por decirlo así mi trilogía gallega. Y creo que los espectadores tienen que verla para juzgar. Candela ha hecho un viaje increíble y está tan metida en su trabajo que es muy difícil a veces darse cuenta de lo que se está haciendo fuera. Yo tengo una anécdota de un actor con el que trabajé en Gran Reserva, Francesc Garrido, que me decía: «Yo soy un jugador de fútbol y llego al campo para marcar goles. Tú eres el que retransmite el partido. Yo voy a marcar el gol, que es hacer la secuencia bien. Cómo tú lo retransmitas, que puede ser a cámara lenta, a cámara rápida, con cámara aérea, detrás de la portería, es tu decisión». Candela marcó el gol y yo tengo que retransmitirlo. A partir de ahí, lógicamente las emociones de cada uno son muy complicadas de gestionar y entiendo que Candela, con el viaje que se ha hecho, esté muy sensible todavía.