Marisol, la niña que soñaba con ser Pepa Flores: «Antes muerta que volver»

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UN RAYO DE LUZ... y oscuro objeto del deseo comercial de los adultos fue la niña prodigio de España. Pepa Flores vuelve en el documental «Marisol. Llámame Pepa», que se estrena este 10 de mayo. Una infancia robada, un desnudo que abrió de cuajo la Transición, una boda triste, otra feliz con Fidel Castro como padrino. El pueblo como gran amor. Y una decisión para que la, según su hermana Vicky, no hay vuelta atrás

07 may 2024 . Actualizado a las 13:16 h.

Antes de Punky Brewster, Hannah Montana o el fenómeno Taylor Swift, hubo un tiempo en el que todas las niñas querían ser Marisol. Pero Marisol —parece que lo estamos descubriendo ahora— era una ficción, un producto, una marca, «la Pepita de oro» que hizo apoltronarse definitivamente en el éxito a un productor y soñar a varias generaciones a costa de no dormir. 

Hubo un tiempo en que Pepa tenía padres y era feliz. Luego triunfó y esa niña que dio sus primeros pasos y sus primeras notas en un corralón del humilde barrio de Capuchinos de Málaga desapareció. Fue por una actuación ante Franco que el productor Manuel Goyanes la vio por televisión. Así se acabó la infancia de Pepi para dar paso a la afanada carrera de Marisol, la niña de ojos como el mar que sabía luchar con espada de madera y cantar y reír y bailar como si la infancia en el franquismo fuera una tómbola de luz y de color. Mientras Marisol hacía cantar y soñar, Pepa no dormía. Porque, a la hora del cuento, había que seguir con el guion.

«Mi nombre era Pepa Flores González. Este fue mi nombre hasta que, a los 10 años, viajé a Madrid para actuar ante el Caudillo», comienza la voz en off que reproduce declaraciones de la actriz en el documental Marisol. Llámame Pepa, que se estrena el 10 de mayo e invita a revisar un mito que no ha dejado de latir. Todavía es un misterio el adiós de Marisol.

¿Quién fue Marisol, quién es Pepa Flores, la mujer que se retiró del foco en 1985? Marisol no es pasado, no es caso cerrado lo que vivió. Es historia de España, la otra historia. Y es la sombra del Rayo de luz la que permite entenderla como «un nexo emocional» con vocación de futuro. «Marisol fue un tsunami en la España de los 60 con la que crecimos, de la mano de nuestras madres, las niñas de los 80. Somos el último eslabón de Pepa Flores, esta es la misma cadena», afirma a YES Blanca Torres, directora de este documental que desnuda la explotación y la infantilización recurrente de Pepa Flores, y que cuenta con la participación de Méndez-Leite, presidente de la Academia de Cine, Vicky Flores (hermana de Pepa), Enrique Cerezo, Cristina Hoyos, Elvira Lindo, Marta Sanz, Nativel Preciado o Cristina Almeida. Todos, que ayudan a componer un nuevo retrato, compartían una esperanza remota el 25 de enero del 2020, unos más que otros. Que Pepa Flores fuera a recoger su Goya de Honor. Y no. Pepa se mantuvo fiel a sí misma, a ese silencio que convirtió en su canción más larga tras firmar en el disco Galería de perpetuas una declaración de independencia feminista, personal.

LA DECONSTRUCCIÓN

En 1985, Pepa decidió desaparecer de escena tras presentar en San Sebastián Caso cerrado. Y en ese dulce hogar (a veces) llamado anonimato vive desde entonces la que fue Mariana Pineda, cerquita de donde vio la luz aquella niña que con la edad fue desandando el camino que le impusieron los demás.

«En vez de irse construyendo, Marisol se ha ido deconstruyendo. Tiene algo de antiartista decidida a ser la mujer anónima que siempre ha querido ser»

«La historia de su vida representa la de muchas mujeres del país —afirma a YES Blanca Torres—. Ella siempre ha sido un personaje más moderno que su época. En vez de irse construyendo, Marisol se ha ido deconstruyendo. Tiene algo de antiartista decidida a ser la mujer anónima que siempre ha querido ser». El olvido es un sueño que no está al alcance de la gran Marisol.

Volver sobre Pepa Flores es revisar el pasado con perspectiva de género. «La conciencia de la lucha de clases es medular en ella. Ser del pueblo y luchar por él. Recuperar a la niña que fue y defender ese orgullo de ser de clase obrera», resalta la directora de Marisol. Llámame Pepa. Obrera infatigable del derecho a ser.

Quizá pocos saben que Pepa se casó una primera vez con la cara muy triste (como recuerda Nativel Preciado, que estuvo allí), y una segunda como una comunista acérrima dispuesta a darlo todo por el pueblo, con Antonio Gades por esposo y Fidel de padrino. Quizá no muchos recuerdan su puño en alto, al que Maruja Torres disparó a matar. Pero nadie olvida el desnudo que cerró de un portazo la dictadura y abrió «el bello camino a la democracia» en el número más vendido de Interviú. A Pepa la pilló por sorpresa, refugiada con Gades en un pueblecito cerca de Altea. Ese desnudo a lo «Libertad guiando al pueblo, no de Delacroix, sino de César Lucas», como apunta Luis García Gil, autor de la biografía Marisol (Pepa Flores), corazón rebelde, fue la Transición. «Marisol nunca posó para Interviú», afirma César Lucas en el documental. ¿Entonces? «Ella una mañana se levanta para llevar al colegio a su hija, baja a Altea, y se encuentra el quiosco forrado con fotos de ella, desnuda. Fue traumático», cuenta en el filme Vicky Flores. A lo que responde Pepa, voz en off: «Lo de las fotos ha sido una traición, pero lo peor ha sido ver a una serie de señores [entre ellos, Umbral y Marsé] juzgándome desde una tribuna, como si fuera solo un trozo de carne. Entenderás que cada día tenga menos ganas de volver. Me gustaría que se olvidaran de mí. ¡Que se olviden, como si no hubiera existido nunca!».

¿Volveremos a ver a Pepa Flores? «Como dice Vicky, su hermana: ‘Antes muerta que volver’», refuerza Torres. «¿Qué libertad hay mayor que ser una persona anónima? El respeto con que vive toda Málaga hacia ella es sobrecogedor», añade la directora.

«Me pasé toda mi infancia cenando con señores mayores [...] No tuve más remedio que acomodarme al mundo de los adultos [...] y lo que terminó por turbarme fue el mundo de los niños. Yo me veía, por contraste, como un pequeño monstruo»

No hay otra Marisol, sino dos mundos que suelen fundirse en la infancia, ficción y realidad. Voz en off en Marisol. Llámame Pepa: «Manuel Goyanes me impuso el nombre de Marisol, y lo convirtió en una marca [...] Me pasé toda mi infancia cenando con señores mayores [...] No tuve más remedio que acomodarme al mundo de los adultos [...] y lo que terminó por turbarme fue el mundo de los niños. Yo me veía, por contraste, como un pequeño monstruo».

El único sueño de Pepa fue volver. Volver a ser la niña que vivía en una corrala como un patio de vecinos, sin agua y sin luz, pero con esa libertad arropada de amor que a los adultos se nos olvida que es la felicidad.

Amar a Pepa y seguir cantando las canciones de Marisol.